En
una ciudad existen numerosas fuentes de ruido, las principales son los medios
de transporte, los trabajos públicos o de construcción o la industria o
fábricas. También existen fuentes sonoras esporádicas tales como sirenas de
ambulancia, policía o bomberos o aquel causado por alguna alarma. Otra fuente
sonora constante es el mismo ser humano, es decir, las voces, los gritos o los
cantos.
Todas
estas fuentes sonoras constituyen el ruido urbano, el cual a pesar de su
variedad y riqueza puede llegar a constituir una molestia para los habitantes
de una ciudad, al provocar reacciones negativas en ellos, como estrés, distracción,
incomodidad o enojo.
Sin
embargo, existe una propuesta de Raymond Murray Schafer para considerar todos
estos ruidos no como contaminación auditiva, sino como sonidos que representan un
medio de comunicación e información entre el hombre y su entorno. De este modo,
Murray propuso ‘escuchar el ruido’, es decir, escuchar todos los sonidos del
mundo y considerarlos como parte de una composición.
De
esta manera surge el concepto de paisaje
sonoro, el cual Murray definió como “el
entorno sonoro concreto de un lugar determinado”, cuyo propósito principal es
documentar ambientes sonoros y generar una conciencia sobre la importancia de
los sonidos de ese entorno, apelando principalmente a la sensibilidad auditiva
de los individuos.
Partiendo
de esta definición, decidimos realizar nuestro paisaje sonoro de un lugar muy específico
de la ciudad: una pollería dentro de
un mercado. Elegimos este sitio porque nos pareció una fuente de sonidos muy
variada, ya que en ella encontramos sonidos producidos por el ser humano, por
las acciones que éste realiza, por los objetos que manipula, sonidos de
animales y sonidos de fondo.
Todo
esto da como resultado un paisaje que combina sonidos comunes en un entorno urbano
y que además se repiten día con día; pensamos también que este paisaje sonoro puede
no ser típico para nosotros y no significar nada, pero sí lo es para un sector
de la población, por ejemplo amas de casa o cocineros (as), que acuden a las pollerías
con frecuencia y que son capaz de asociar estos sonidos y darles un significado
porque forman parte de sus rutinas y están familiarizados con ellos.
Consideramos que nuestro paisaje es reconocible
e incluye los sonidos adecuados porque empleamos aquellos que son característicos
de una pollería como el ruido de las tijeras tan típicas de los polleros, el de
las placas con el que aplanan las pechugas de pollo y el ruido de algún gallo.
Estos sonidos nos indican en qué lugar estamos y son fáciles de asociar con la
fuente que los produce y ubicarlos en un contexto en el que los tres coexistan.
Dentro
de nuestro paisaje sonoro encontramos los sonidos en varios planos: en un
primer plano encontramos el sonido de las tijeras y de las ‘aplanadoras’,
aunque el sonido con el que se escuchan varía a lo largo de la grabación. Es importante
resaltar que estos sonidos aparecen a intervalos, y su ritmo no es constante,
debido al tiempo que se requiere para manipular el pollo, por lo que hay
momentos en los que no se percibe. En un segundo plano se puede identificar el
sonido del gallo, el cual tampoco es constante pero sí perceptible. En otro
plano ubicamos los sonidos de fondo tales como los gritos de los niños, que
aunque lleguen a escucharse muy fuerte no forman parte del paisaje sonoro
propio de la pollería y el ruido de algunos carros, los cuales son comunes en
la ciudad.
Realizando
esta actividad nos dimos cuenta de la dificultad de aislar sonidos específicos de
un sitio, no porque sea complicado identificarlos, sino porque la cantidad es
abrumadora y muchas veces aunque queramos concentrarnos en uno es inevitable
eliminar los demás o simplemente ignorarlos.
Pensamos
que todos los sonidos y ruidos forman parte de nuestro ambiente, y que el reto
para nosotros, sí en verdad queremos realizar una buena escucha, es intentar
reflexionar sobre éstos y tratar de asociarlos con una imagen, un significado,
un recuerdo, una idea o un pensamiento; de
esta manera seremos capaces de descubrir la riqueza auditiva de la
ciudad y dejar de considerarla como una fuente de ruido y contaminación sonora.
Notas:
- Escuchar con audífonos.
- Grabado con celular Samsung Galaxy Ace, en la pollería "La número uno" ubicada en el Mercado de Xochimilco.
Fuentes
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